En las bibliotecas públicas rurales de la vereda Naranjal (Chinchiná) y las de los corregimientos Buena Vista (La Dorada), Pablo Emilio Duque Restrepo (Marulanda), Berlín (Samaná), e Isaza (Victoria), se fomentarán temas como el posacuerdo, el cultivo y la siembra en las huertas.

Además los bibliotecólogos brindarán acceso a la información constante para que los habitantes de estas veredas y corregimientos sepan qué se está haciendo en su respectiva comunidad y tengan una formación ciudadana.

Así lo explica la estudiante Lorena Castañeda López, de la Especialización en Gestión Cultural con énfasis en Planeación y Políticas Culturales de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Manizales, quien desde hace seis meses trabaja en un proyecto para consolidar la Red.

Agrega que esta iniciativa nació porque las zonas rurales tienen menos acceso a la información y a conocer la oferta pública en temas como las artes, información y cultura de sus localidades.

“Es por eso que las bibliotecas tienen cabida para generar escenarios en los que las comunidades puedan acceder a este tipo de programas. La calidad de vida de estas personas puede cambiar gracias al fácil acceso a la información que caracteriza a las bibliotecas en todo el mundo y a la oferta de actividades socioculturales de las que pueden formar parte”, precisa la investigadora, quien además es bibliotecóloga en Medellín.

Manual y protocolo

La estudiante de la U.N. manifiesta que este proyecto inició ubicando las bibliotecas rurales del departamento y sus actores estratégicos.

Además identificó las necesidades de estas poblaciones rurales, entre ellas las de tener prácticas de lectura, escritura, oralidad, arte y cultura, entre otras manifestaciones que deberían formar parte de su vida y su cotidianidad.

Es por esto que creó un manual y protocolo a seguir de cómo las bibliotecas rurales pueden hacer o implementar la Red de Servicios de Información Rural que beneficie a las comunidades, para que tengan acceso permanente a la información.

En este manual se enfatiza en que las actividades realizadas por las bibliotecas deben responder a las iniciativas propuestas desde sus diferentes acciones, es decir promover la memoria colectiva de cada municipio, archivo comunitario en cada biblioteca rural, bibliotecas rurales, posconflicto y construcción de paz, formación ciudadana, saberes ancestrales, arte y cultura en las veredas, cultivo y siembra y política cultural para bibliotecas rurales.

Sin embargo para implementar este servicio es necesario el apoyo de la Gobernación de Caldas, la Secretaría Departamental de Cultura, la Coordinación de la Red Departamental de Bibliotecas Públicas y las alcaldías municipales.

Gestión

La investigadora dice que el protocolo que deben seguir las bibliotecas para formar parte de la Red de Servicios de Información Rural debe seguir unos pasos, el primero de los cuales es rastrear las instituciones gubernamentales, sociales y culturales que puedan trabajar junto con la Red.

El segundo es programar una mesa de trabajo con todas las instituciones; el tercero es realizar conversatorios, espacios de encuentro y socialización del proyecto.

“Como cuarto paso, recopilar periódicamente la información de las actividades que formarán parte del archivo comunitario como evidencia e insumo para posteriores proyectos”, comenta la estudiante Castañeda.

En seguida, dinamizar los contenidos y productos recopilados de los procesos que se realizan desde el Servicio de Información Rural para que se difundan así sus actividades en los diferentes formatos, esto mediante redes sociales, un archivo físico o repositorio digital.

Por último, se debe llevar a cabo una actividad mensual que apunte a la iniciativa de la construcción de la memoria colectiva, además de generar un documento de los diferentes proyectos que surjan desde la Red de Servicio de Información Rural para presentarla a posteriores convocatorias nacionales que puedan acompañarla, fortalecerla y replicarla.