Juan David Martínez Pérez Unimedios Manizales
judmartinezpe@unal.edu.co
Hace 96 años el cable aéreo más grande del mundo estaba en Colombia, concretamente en Manizales, desde donde se descolgaba unos 72 kilómetros hasta Mariquita (Tolima). Considerada una de las obras de ingeniería más importantes del siglo XX, su propósito fue impulsar el transporte del café en la región, que se dificultaba por vía terrestre debido a la agreste topografía del país.
El Cable dejó de funcionar 51 años después, cuando las obras de infraestructura se centraron en la construcción de carreteras, y en 1996 su estación principal se convirtió en uno de los 1.105 bienes de interés cultural nacionales. Desde entonces esta especie de vigía de los manizaleños alberga la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Colombia (UN) Sede Manizales, encargada de preservar su valor patrimonial.
La cuarta intervención de El Cable acaba de finalizar con una inversión de 3.500 millones de pesos. Teniendo en cuenta que la edificación cambió de funcionalidad, pues originalmente fue concebida como estación de cable aéreo, se ha ido adaptando a un nuevo uso, marcado por criterios educativos.
En 1996 se construyó la Biblioteca Germán Arciniegas, siete aulas y servicios sanitarios; entre 1997 y 2003 las antiguas bodegas ubicadas en las alas oriental y occidental se adaptaron para salones de clases; de 2010 a 2013 la antigua Sala de Máquinas fue reconvertida en la Cafetería; y entre agosto de 2017 y enero de 2018 se hizo el reforzamiento estructural de la cubierta para conseguir niveles adecuados de seguridad sismorresistente, un aspecto importante si se tiene en cuenta que el Eje Cafetero es una zona de alto riesgo sísmico.
En 1996 su estación principal se convirtió en uno de los 1.105 bienes de interés cultural nacionales.
Los profesores María del Pilar Sánchez y Juan Manuel Sarmiento Nova, de la un Sede Manizales y líderes del equipo restaurador de la obra, afirmaron que esta se adelantó según el proyecto “Reforzamiento estructural de la cubierta de la Antigua Estación del Cable Aéreo”, aprobado por el Ministerio de Cultura.
Desmontaje
Unos 40 obreros participaron en el desmontaje de la estructura de la cubierta, que consistió, primero, en armar una sobrecubierta de protección en lona, soportada en guaduas; después cada una de las 64 mil tejas de barro se levantó a mano y se bajaron las cerchas de madera –de 17 m de largo por 2 m de alto– con el objetivo de clasificar y enumerar las piezas afectadas por las patologías provocadas por insectos devoradores de madera (xilófagos).
Recuperación
Comején, gorgojo y termitas habían colonizado parte de las maderas de laurel, abarco, nogal cafetero y cedro. El 75 % tuvo que ser reemplazada por chanul y abarco traídas del Chocó, especies forestales que soportan mucho peso. Las vigas se sumergieron durante 24 horas en una mezcla de Fortage –un químico inmunizante– y agua, y después se pusieron a secar. Simultáneamente, la mitad de las 64 mil tejas del techo se reemplazaron por otras provenientes de demoliciones de viviendas de municipios como Villamaría, Chinchiná y Bajo Tablazo.
Montaje
Cuando la madera estuvo inmunizada y las tejas acicaladas (les retiraron líquenes y musgos con cepillos de cerdas sintéticas), los obreros armaron de nuevo las 75 cerchas de madera que sostienen la estructura, reemplazaron tornillos y tuercas corroídos, y las amarraron con tensores en forma de equis, lo cual ofrece más resistencia. Finalmente, sobre correas de madera inmunizadas, las tejas se amarraron con alambre galvanizado, cumpliendo así con la Norma Sismo Resistente nsr-10.