Estos planteamientos se leen en el libro Voces del pensamiento ambiental. Tensiones críticas entre desarrollo y abya yala, publicado por la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) y editado por la profesora Ana Patricia Noguera de Echeverri.

En la obra, que no está dividida en capítulos sino en “paisajes”, se advierte que la manera como se ha visto la tierra ha hecho que la educación ambiental se haya reducido –no solo en Colombia, sino en el mundo occidental– a un problema de conciencia individual, a una separación de basuras en canecas de diversos colores que cada vez es más compleja e imposible, y a una concepción superficial y light de lo ambiental.

Según la profesora Noguera, “el libro recoge un pensamiento crítico latinoamericano sur que mira los graves problemas surgidos del desarrollo y propone aprender el buen vivir de otras culturas para superar las imposiciones del paradigma del desarrollo como un mejor vivir”.

La investigadora puntualiza que acciones de extrema guerra y violencia contra la tierra, como la minería, la agroindustria, las hidroeléctricas, la caza de animales silvestres y el manejo de las plantas como mercancía –con el consecuente aumento de la miseria en el mundo– son maneras de exterminar las tramas de la vida, que poco o nada le interesan al capitalismo, al desarrollo, a la avidez por apropiarnos de todos los secretos y enigmas de la tierra.

Cambio de hábitos

Los autores del libro proponen una educación ambiental que implique un cambio radical en la forma de habitar la tierra, una reforma profunda de todos los símbolos de nuestra cultura.

En su momento, este planteamiento fue formulado por el profesor titular de la U.N. Augusto Ángel Maya (1932-2010), uno de los pensadores ambientales más importantes de América Latina: “para retornar a la tierra es necesario reconocernos como sus hijos y así construir caminos para habitarla de manera respetuosa y amorosa”.

“Urge detener los grandes discursos del desarrollo, de la alta iglesia, de la ciencia y la tecnología, para escuchar la voz de la tierra, presente desde tiempos inmemoriales en comunidades indígenas, alternativas, geografías y lugares; la misma voz de la tierra, sus lenguajes, que no son los mismos ni siguen las mismas lógicas de la investigación científica moderna”, manifestó la docente Noguera.

El primer capítulo del libro, “Paisajes de la devastación producidos por el desarrollo”, describe los monocultivos o monocultura; la devastación de la tierra por la minería y las guerras; los desplazamientos humanos y de otras especies, además de las hambrunas humanas en Colombia y en América Latina.

También se destaca “Paisajes de la rememoración en culturas cunas, lakotas, nasas”, en las que el buen vivir ha cuidado la naturaleza y la tierra como madre. Estos pueblos nunca han olvidado su “ombligamiento” con la tierra, como nos lo recuerdan los nasas, explican los autores de la obra.

Ecoturismo, concepto mercantil

La profesora Noguera indicó que para el libro se pensó en el Paisaje Cultural Cafetero fuera del circuito de un concepto ecoturístico y mercantil, lugar que está propenso a la devastación por esta práctica.

“Creemos que el ecoturismo es un disfraz verde que se le ha puesto al turismo. Los que llegan no tienen una concepción del medioambiente; lo que hacen es arrojar basuras y acabar con los lugares”, indicó la investigadora.

La profesora manifestó además que “existen lugares en los cuales no tiene por qué estar llegando el ser humano a explotar los territorios. Hay lugares sagrados y otros donde habitan otras especies en los que ellos no tienen cabida”, observó.

Esta investigación se realizó con el apoyo de la Dirección de Investigación de la Facultad de Administración, el Departamento de Ciencias Humanas y el Grupo de Pensamiento Ambiental de la U.N. Sede Manizales.

La obra, que recoge esta investigación como uno de sus frutos, invita a que en los gobiernos y las comunidades se explore la propuesta de un buen vivir en el pensamiento administrativo, en la educación y en la construcción de una ética de la convivencialidad.